Por Jonathan Reverón / Director del documental “Don Armando”
La pasantía en los fogones de Don Armando es una suerte de beca para los cocineros que han decidido la cocina venezolana como especialización. Mercedes Oropeza, José Luis Álvarez y Franz Conde son los discípulos que más se escuchan en esa cátedra. Empecemos en este diario de rodaje con Mercedes.
Mercedes y José Luis llegaron en 1997 al hogar de Scannone, invitados por éste, quien había probado la sazón de ambos en banquetes y eventos donde cada uno ofrecía pasapalos y platos del repertorio criollo. Mercedes, a juicio de Don Armando, tiene el sentido y la sensibilidad de transmitir la cocina bajo los códigos de la ama de casa, cuidando su economía y fomentando recetas para el bolsillo de hoy, sin que esto quiera decir que la excelencia se vea descuidada.
"En esta casa no sólo se viene a aprender de cocina venezolana, aquí han despertado en mi valores y he acumulado innumerables lecciones de vida" y así Mercedes Oropeza soltó el único llanto que hasta ahora tenemos registrado en el documental.
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| Fotografías: Marcel Cifuentes marcelcifuentes@gmail.com |
La pasantía en los fogones de Don Armando es una suerte de beca para los cocineros que han decidido la cocina venezolana como especialización. Mercedes Oropeza, José Luis Álvarez y Franz Conde son los discípulos que más se escuchan en esa cátedra. Empecemos en este diario de rodaje con Mercedes.
Mercedes y José Luis llegaron en 1997 al hogar de Scannone, invitados por éste, quien había probado la sazón de ambos en banquetes y eventos donde cada uno ofrecía pasapalos y platos del repertorio criollo. Mercedes, a juicio de Don Armando, tiene el sentido y la sensibilidad de transmitir la cocina bajo los códigos de la ama de casa, cuidando su economía y fomentando recetas para el bolsillo de hoy, sin que esto quiera decir que la excelencia se vea descuidada.
"En esta casa no sólo se viene a aprender de cocina venezolana, aquí han despertado en mi valores y he acumulado innumerables lecciones de vida" y así Mercedes Oropeza soltó el único llanto que hasta ahora tenemos registrado en el documental.
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¡BELLA MERCEDES!.
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